Profesor Sebastián Soto aborda declaraciones de la Convencional Beatríz Sánchez quien afirmó que el Senado “es un cuello de botella para que salgan las leyes”
El Mercurio
La semana pasada la Convención aprobó eliminar el Senado y reemplazarlo por la Cámara de las Regiones. En ese contexto, en el programa ‘Estado Nacional’ (TVN) del domingo pasado, la convencional Beatriz Sánchez (Frente Amplio) defendió la propuesta y preguntó: ‘¿Quién hoy día piensa efectivamente que el Senado no es un lugar de privilegios y de cuello de botella para que salgan las leyes más efectivas?’.
Al ser consultada por El Polígrafo, Sánchez dijo que ‘el Senado actúa como un embudo, donde van a morir o se retrasan proyectos sociales impulsados por las mayorías’, ejemplificando con proyectos como el Código de Aguas o la disminución de la jornada laboral, sin entregar más datos concretos.
¿El Senado retrasa la tramitación de los proyectos?
Según Eduardo Alemán, académico de la Universidad de Houston, quien ha desarrollado investigaciones en el tema, esto no es correcto ya que ‘en los primeros 25 años de democracia una moción aprobada en la Cámara tardó en promedio 81 semanas antes de despacharse y en el Senado tardó en promedio 62 semanas. O sea, en el Senado se aprueban estas mociones 19 semanas antes’.
Agrega que ‘la mayor cantidad de propuestas legislativas mueren en el Congreso, porque nunca son tratadas en la Sala. La mayoría entra por la Cámara de Diputados y mueren sin ser discutidas en su propia Sala’.
Coincide Sebastián Soto, abogado y académico de la Facultad de Derecho UC, porque ‘no se puede afirmar que la tramitación en el Senado demora más que la de la Cámara de Diputados, pues las cifras muestran lo contrario‘.
Y cita el estudio del investigador Sergio Toro (2022) que señala que el Senado actúa, en la mayor parte de los casos, como cámara revisora, ya que ‘desde 1990 hasta 2018, solo el 27% de los proyectos se iniciaron en la Cámara Alta’. En el mismo artículo se asegura que ‘el 69% de las iniciativas sucumbieron en este primer trámite‘. Es decir, mayormente en la Cámara de Diputados. Por último, concluye que ‘buena parte de los proyectos que pasan a segundo trámite logra finalizar el proceso (65%), tarea que es realizada mayormente por el Senado‘.
Otro estudio es el que el cientista político Andrés Dockendorff presentó el 24 de enero a la comisión de Sistema político. En esa instancia afirmó que al analizar los proyectos tramitados entre 1990 y 2021, ‘el Senado es más rápido en tramitar mociones que la Cámara de Diputados’. El estudio señala que una moción iniciada en el Senado tomó 119 semanas de tramitación en promedio, mientras que en la Cámara de Diputados se demoró 143 semanas. Cuando se miran solo los Mensajes presidenciales, es decir, los proyectos que ingresa el Gobierno, el Senado se demoró 80 semanas y la Cámara 72 semanas.
Pamela Poo, politóloga y académica de la U. de Concepción, sostiene que ‘el problema está en el procedimiento propio de formación de la ley. El que exista una cámara de origen y otra revisora sin plazos fatales para evacuar los proyectos implica que en ambas cámaras se entrampan tramitaciones’.