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¿Qué recomendaría Maquiavelo, Publius y Berlin a la Convención Constitucional?

2 de Diciembre 2021

El encuentro tuvo por objeto analizar el razonamiento político de estos pensadores con miras a buscar recomendaciones que pudiesen aplicarse en el proceso constituyente actual que vive el país.

Con una alta convocatoria se llevó a cabo el Seminario Qué recomendaría Maquiavelo, Publius y Berlin a la Convención, actividad que fue organizada por profesores del Departamento de Derecho Público UC que busca motivar encuentros de intercambio académico dirigidos a nuestros estudiantes y a la comunidad en general.

Fueron invitados a participar de esta instancia José Antonio Viera-Gallo, abogado UC e investigador del Centro de Políticas Públicas UC; Arturo Fontaine, profesor de filosofía de la Universidad de Chile y de la UAI; y Loreto Cox, profesora de la Escuela de Gobierno UC. El encuentro fue organizado por los profesores Derecho UC Alejandra Ovalle, directora del Foro Constitucional UC, junto a Sebastián Soto, director del Departamento de Derecho Público de nuestra Facultad.

El encargado de dar inicio a las exposiciones fue José Antonio Viera-Gallo, quien definió a Maquiavelo como un “pensador clásico, provocador y servidor público no sistemático”, cuya obra más conocida y controversial es el libro El Príncipe. Una de las principales ideas de Maquiavelo, explicó, es que “una República requiere una renovación periódica, es decir, hay una tendencia a decaer y, por lo tanto, requiere de una renovación de las instituciones políticas”.

En su pensar, Maquiavelo hace un llamado al realismo: “no soñar con gobiernos ideales, con repúblicas imaginarias, con la perfección, sino que, por el contrario, hay que aprender de la historia, siguiendo los principios republicanos de libertad e igualdad”, agregando que las instituciones deben ser capaces de otorgar estabilidad a la ciudadanía, de perdurar en el tiempo y procesar lo imprevisto.

En otra de sus obras titulada Reflexiones sobre la primera década de Tito Livio, Maquiavelo señala que quien quiera introducir cambios en una sociedad siempre encontrará resistencia. “La Convención debe pensar que cuando dicte o proponga la nueva constitución, está solo proponiendo un punto de partida para dar inicio a una nueva etapa de transformaciones políticas, constitucionales y jurídicas”.

Seguidamente, Arturo Fontaine ofreció una visión del razonamiento de Publius, seudónimo de los pensadores federalistas estadounidenses Alexander Hamilton, John Jay y James Madison, quienes escribieron una serie de artículos que buscaron persuadir a la ciudadanía para votar a favor de la ratificación de la carta fundamental emanada de la Convención de Filadelfia en 1787.

Explicó que las líneas generales que emergen de esta visión parte por la razón por la cual fracasan las democracias antiguas: “han sido tan breves sus vidas como violentas sus muertes”. De ahí la relación directa que plantea Madison entre anarquía y tiranía, donde la primera conlleva a la segunda. Plantea, sin embargo, remedios para solucionarlo: la distribución del poder entre distintos departamentos o instituciones; los pesos y contrapesos o ‘checks and balances’; tribunales compuestos por jueces vitalicios, que terminan el ejercicio de su cargo solo por mal comportamiento; la instauración de una democracia representativa; y, finalmente, la ampliación de la órbita o teoría de la política extensa.

¿De qué hay que protegerse? “Del predominio de las facciones, que denominan a un cierto número de ciudadanos que estén en mayoría o minoría, ya que actúan movidos por el impulso de una pasión común o interés que se mueve en contra de un interés general o bien común”. Madison plantea que es imposible controlar las facciones a través de sus causas, por lo que debe hacerse por medio del control de sus efectos, con un gobierno representativo.

Publius además plantea que los legisladores deben tener un origen independiente para que puedan tener voluntad propia, distinto del gobernante. Además, el proceso legislativo debe estar dividido en dos cámaras de manera que haya dos cuerpos distintos que examinen los proyectos de ley, en tanto que sus miembros deben ser elegidos en momentos electorales distintos.

Por último, Fontaine señala que el gran antídoto contra la facción hoy día es la sociedad pluralista: “no es la mayor educación y prosperidad lo que controla las facciones, sino más bien, la diversidad de la sociedad que hace difícil que movimientos movidos por una sola pasión se adueñe de esta sociedad compleja, diversa y plural. El otro mecanismo es el sistema de pesos y contrapesos”.

Finalmente, Loreto Cox se refirió a Dos conceptos de libertad, uno de los textos más conocidos de Isaiah Berlin, que corresponde a la transcripción de una conferencia que pronunció en 1958 en la Universidad de Oxford, momento marcado muy fuertemente por la guerra fría. En la instancia Berlin aborda dos conceptos de libertad desde la perspectiva política, que fueron divergiendo hasta que entraron en conflicto, junto con el concepto de ser humano.

La primera concepción de libertad corresponde a una libertad negativa que se refiere al ámbito en el que a una persona se le deja hacer o ser lo que sea capaz, sin que en ello interfiera otra persona. La segunda, en tanto, es la libertad positiva que alude a la causa de control o interferencia que puede determinar que alguien haga o sea una cosa u otra y tiene que ver con el deseo de ser dueño de sí mismo y ser capaz de cumplir con metas propias o autodeterminar los propios deseos.

A juicio de la experta, algunas recomendaciones que podría dar Berlin, serían que, “dado que tenemos fines distintos en la vida y valores que son inconmensurables, es necesario asegurar una cuota mínima de libertad negativa o derechos individuales para que cada individuo desarrolle sus fines últimos. Éstos no deben ser ilimitados, Berlin lo decía: ‘estamos dispuestos a sacrificar libertad por otros fines’”.

Lo segundo es el reconocimiento de que detrás de las distintas posturas existen fines últimos que son inconmensurables y ese es, tal vez, el principal punto de partida para una buena deliberación constitucional. “La posición de las personas no son sólo interés, no son solo un problema técnico, no es que todos queremos lo mismo y hay alguien que esté equivocado, sino que hay distintas miradas de la sociedad que busca fines distintos y que además estos fines son, con frecuencia, incompatibles”.

Y, finalmente, que estas desavenencias en los valores se resuelven políticamente, “dado que esta solución final y armónica no existe, es necesario dejar espacios para ir probando distintos equilibrios en esta configuración de los fines últimos. No dejar todo atado y bien atado, sino que dar espacios para que la democracia vaya reacomodando los equilibrios a la luz de los resultados y los cambios de opinión y resolviendo los conflictos que van surgiendo”.

El encuentro, desarrollado el 9 de noviembre vía Zoom, concluyó con una serie de preguntas por parte de los asistentes.

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